Capitulo I
El cochero detuvo el carruaje y le informó a la dama que iba en el interior que habían llegado, la dama descendió y al momento que se retiraba el carruaje tocó a la puerta y pregunto por Doña Pepa, la portera abrió diciendo que la señora estaba dormida y la hizo entrar, al preguntarle que quien era la dama contestó que se llamaba Santa y que venia de Chimalistac, en ese momento bajo Eufrasia y la condujo por unos pasillos oscuros y malolientes hasta entrar a un cuarto donde se encontraba Doña Pepa y ésta a su vez la llevó con Doña Elvira dueña de la casa, le preguntó su nombre y contestó nuevamente que se llamaba Santa, las manos de meretriz, envejecidas en el oficio, pasaban complacidas en las mórbidas curvas de Santa, provocándole gran felicidad ya que sabía que tendría ganancias extraordinarias con esa muchacha de diecinueve años, Santa dijo -vengo porque me han echado de mi casa mis dos hermanos y mi madre, no se hacer nada y ya no quiero a nadie-, Elvira la llevo a otro lugar y entraron a un cuarto que olía a yodoformo, unos doctores la hurgaron con un aparato de metal acostada en una especie de mesa mugrienta, la tutearon y le hicieron bromas pesadas, en ese momento pensó en regresar a su pueblo de donde nunca creyó que saldría.
Ya
en la casa Doña Elvira regaño a Santa porque no quiso comer, le ordenó
ponerse la ropa que le iban a traer y que debía ser amable con los
clientes por la noche, todo esto con grandes vulgaridades, los hombres
son unos marranos y unos infieles le decía, Santa se asqueaba de oír
todas esas expresiones y quiso salir del lugar, pero la dueña dijo que
ya estaba registrada, numerada y que le pertenecía, a Santa no le quedó
mas remedio que resignarse, la vestían entre Pepa y dos o tres pupilas
cuando llegó Eufrasia diciendo que habían llegado los clientes, Elvira
les ordenó que bajaran incluyendo a Santa.
Santa
miraba por la ventana cuando un gran trueno la hizo estremecerse, en
uno de eso relámpagos vio entrar a un niño llamado Jenaro acompañando a
un hombre ciego muy feo llamado Hipólito, era el pianista que amenizaba
las noches en la casa, Santa se acercó al piano a escucharlo y vio que
tocaba de maravilla, en ese momento se acerco un hombre, la tomo de la
cintura y dijo que fuera a beber y bailar con él, olvidándose del lugar
donde se encontraba, se negó, pero Elvira la obligo a ir con él para
cumplir con su trabajo y le advirtió que debía hacerlo muy bien ya que
se trataba de un gobernador de la República, Santa obedece y acepta
cuando el gobernador le dice que le dará todo lo que ella quiera si
duerme con él esa noche, el gobernador se queda dormido por la
borrachera y Santa piensa que ya se libero del compromiso, pero se
equivoca, Elvira y la misma Santa suben al gobernador a su recamara para
que se cumpla lo que el gobernador dispuso, cuando despierta le pide
que le cuente su historia mientras él se despabila un poco.
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