Se llevaron a todos
los que allí estaban para que rindieran su declaración, cuando esperaban el
abogados de Doña Elvira les decían lo que cada una debía decir ya que según
ellos con que condenaran a Rodolfo el muerto no resucitaría, Santa comentaba
con Hipólito lo que los abogados le habían dicho, a ella no le parecía justo,
entonces Hipólito le dijo que dijera la verdad que no tenía nada que perder ni
nada que ganar porque ella pronto se iría de la casa ya que se acercaba el
sábado día que había prometido al Rubio estar con él.
Todos esperaban su
turno para declarar y cuando llegó el suyo siguió el consejo que le había dado
Hipólito y dijo solo la verdad, al salir precipitadamente Santa tuvo un gran
escalofrío que ya había sentido alguna vez, pero siempre pensó que era
consecuencia de la resaca, sin embargo esta se repitió una y otra vez, así que
después de un rato Hipólito y Doña Elvira la llevaron a la casa, en su
habitación le dio un ataque de tos que cada vez fue más fuerte y prolongado,
cuando se dieron cuenta estaba escupiendo sangre, le dio una pulmonía que por
poco la mata.
Cuando se llega el
Sábado, Santa abandonó el burdel para ir a la casa del Rubio acompañada por
Hipólito quien había sido comisionado por el propio Rubio para acompañarla,
ella esperaba que su vida cambiaría, pero al contrarío, se volvió peor por los
ataques constantes del Rubio entonces se refugio en el alcohol hasta que se
volvió una alcohólica perdida, el Rubio terminó echándola a la calle.
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