jueves, 6 de octubre de 2011

Capitulo III

Santa pronto se adaptó a su nuevo trabajo y parecía que lo disfrutaba, se convirtió en la mujer mas cotizada, todos los hombres que llegaban daban lo que fuera por pasar la noche con ella y ella disimulaba el dolor que esto le provocaba.
       Hipólito y Santa se habían tomado un gran afecto más que simpatía y menos que amor, una noche en la que casi no había clientes ellos hablaron por primera vez de sus existencias, Santa le contó su historia completa y cuando terminó se encapricho en que él le contara la suya así que éste se dispuso y le contó que sus padres se habían separado cuando él tenía entre seis o siete años y que su madre al no poder enseñarle como valerse por sí mismo ya que por su ceguera le costaba mucho trabajo adaptarse al mundo decidió llevarlo a la Escuela de Ciego y un día de visita ya no regresó, en la escuela aprendió a leer, escribir, tocar el piano y también aprendió a sufrir, mientras se contaban sus historias llegó un grupo de personas y Santa tuvo que ir a agasajar a los visitantes, a partir de esa noche la amistad de los dos se hizo más fuerte, Santa lo consultaba cada ves que tenía que tomar una decisión e Hipólito le pedía consejos.
       Una noche Santa le peguntó a Hipólito que debía hacer ante la petición de un tal Rubio para irse a vivir con él, le respondió que debía aceptar, Santa le dice que la vida que llevaba ahora es como el aguardiente o la cárcel ya que una vez que lo pruebas no puedes dejarlo, Hipólito le contestó que algún día ella regresaría a esa casa o a otra igual, pero que en ese momento ella debía aprovechar y disfrutar de lo que la vida le ponía enfrente, en eso estaban cuando llegó el Jarameño a proponerle a Santa que dieran un paseo y fueran a dar el grito de Independencia al zócalo donde se reunía lo mejor de la sociedad, Santa acepta y dice que pase por ella al día siguiente.
       Al día siguiente se dirigen hacia el Zócalo donde hay cientos de personas que esperan la presencia del Presidente de la República para llevar acabo el tradicional grito, caen miles de papeles de colores del cielo, toda la gente grita y disfruta el momento sin embargo Santa se hecha a llorar, el Jarameño sin entender le pregunta que le pasa a lo que ésta contesta que su patria es la casa de Elvira y que  nunca va a dejar de ser una prostituta palabra que le causa mucho dolor y asco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario