lunes, 19 de septiembre de 2011

Cinco Años de Vida

Raúl un escritor uruguayo, vive en Francia, relata una vida de tertulia de rutina en donde el a las 12:05 por muy tarde tiene que despedirse pues de lo contrario no alcanzará el último metro, de ahí las mofas sobre que ya se va cenicienta y la tan nombrada zapatilla de cristal, es en este punto donde lo aprovecha para salir, así a las 12:15 esta alcanzando el mencionado último metro, sintiéndose agraciado de ser él el único ahí, en la última ronda del metro, en el último vagón y en el ultimo asiento, se acomoda y se pone a reflexionar, pues viajaba por 16 estaciones, sobre lo que vive,… su condición de escritor al no ser francés y querer escribir sobre este ambiente, pues al compararlo con su natal Montevideo, por ejemplo, ése último viaje del metro, recapacito que la falta la esencia, los mecanismos, en si todo el engranaje de esa labor, mientras que en segundo sabia todo al respecto … en estas cavilaciones estaba cuando tuvo que transbordar corriendo para alcanzar otra vez el ultimo metro a la otra estación en el cual nuevamente provisoriamente optó por abordar el ultimo vagón en el cual se ubicó también una muchacha pero en el otro extremo él la observó detenidamente pero ella estaba absorta en un anuncio para regularizar documentos en caso de viajar, así él se dio cuenta que eran muy parecidos, tenían sueño, frio, etc. Y se percató de que era una buena oportunidad para entablar amistad con una francesita  e incorporarse a ésa vida bastante limitada hasta por sus amistades.
                 Llegaron a su destino coincidentemente salieron y llevaban el mismo rumbo pero a distancia prudente, una con tacones, el otro con zapatos de goma hasta que encontraron cerrado. Ella espantada dijo: “¡Dios mío!” y lo volteo a ver, él dijo: “no se ponga nerviosa” advirtiendo su buen español, ambos se animaron a buscar otra puerta, iban corriendo cuando alguien les grito que se apresurasen mientras tanto el pensó que ahora si tenía elementos para su cuento, ella estaba a punto de llorar, Raúl caballerosamente la iba esperando para no dejarla sola en ese corredor vacio, y a media luz. Encontraron la puerta también cerrada, él caviló en que hubiese sido mejor que ella fuera francesa para una clase práctica de francés.
 Decidieron encontrar a l hombre que les había avisado, no lo encontraron, fueron andén por andén y ya todo cerrado así que optaron por acomodarse con las dificultades que ello traía, falta de confianza, pero ella temerosa, él sintiéndose en una situación ridícula pero en todo momento fue un caballero; se presentaron: Mirta Cisneros, argentina, pintora truncada pues había juntado plata para llegar pero ahí tenia que trabajar tanto que ya no tenia tiempo de hacerlo, fracaso total pues ya no quería retornar así, él Raúl Morales, uruguayo, escritor, llegó por haber ganado un concurso periodístico pero finalmente se encontraba igual que ella en el fracaso, ya en esas Mirta aceptó el impermeable que con anterioridad Raúl le había ofrecido.
                 A las 2 de la mañana ambos hablaban de sus respectivas patrias, de Francia y sus problemas económicos, acordaron tutearse y contarse sus historias si es que no se dormían. Raúl inicio pronunciándose como un niño enfermizo y enclenque, nada espectacular ni sobresaliente, Mirta peor aún, maltratada en su infancia por su madrastra y años mas tarde trabajando detrás de un mostrador, pues no quiso ser buena en los estudios, él advirtió que lloraba, la consoló, ella pareció responder sintiéndose una relación que se fortalecía.
                El hablo de una novia que no veía desde hace 2 años, luego confesó que era su mujer a la cual le insinuaba por carta dejarse a lo que su mujer no permitía.
A las 4:20 había tal cercanía que el por un momento pensó aprovechar para tener una aventura pero se daba cuenta de que todo acabaría.
A las 4:45Raúl se levantó para mover las piernas, la observo y concluyo que ella era su destino, se lo hizo saber pronunciando que daría 5 años de su vida por no tener obstáculos y salir con ella de ahí como su pareja, a lo que ella igualmente aceptaba; se abrieron las puertas, pasando los primeros madrugadores, caminaron sin rumbos callados , cuando una persona les habló anunciándoles que le prestaron su Appleton, ella los llevó a su departamento, todo era de ellos, cosas de los 2, fotos, espacios, etc. La amiga se fue, se miraron fijamente en forma serena y ahí Raúl reconoció, no solo de que hizo mal en divorciarse de su esposa montevideana, sino también de que su segundo matrimonio empezaba a deteriorarse pues no es que no la quisiera sino que en sus actuales sentimientos quedaba poco del enamoramiento de 5 años atrás cuando la conoció en una increíble noche.

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