Cuando iba hacia su casa dos muchachos dijeron al verlo es Dorian Gray.
Recordó como le gustaba que la gente hablara de él y en ese momento le cansaba
oír su propio nombre.
Cuando llegó a su casa se echó sobre el sofá y sintió un ardiente
anhelo por la pureza inmaculada de su adolescencia, como Lord Henry la dominó y
la había llenado de vergüenza, recordó el momento de orgullo y de pasión en que
pidió que el retrato cargase con el peso de sus días y él conservase el
inmaculado esplendor de la juventud, mejor hubiese sido que cada pecado de su
vida trajese consigo su segura y rápida pena.
Pensaba en el suicidio de Sibyl Vene, Jim Vane yacía en una tumba
sin nombre, Alan Campbell se mató en su laboratorio, la muerte de Basil y era
la muerte en vida de su propia alma la que lo trastornaba, el retrato era el
causante de todo y pensó que si éste desaparecía se sentiría mejor, subió a la
habitación donde estaba el cuadro, tiró de la cortina que cubría el retrato y
un grito de dolor y de indignación se le escapó, miró a su alrededor y vio el
cuchillo con el que había matado a Basil, lo tomó y apuñaló el retrato, sólo se
oyó un grito tan horrible que los criados salieron rápido a mirar qué pasaba,
al subir a la habitación encontraron el cuadro de Dorian en toda la maravilla
de su exquisita juventud y de su belleza y en el piso un hombre muerto, en
traje de etiqueta, con un cuchillo en el corazón, lleno sangre su cara era
repugnante y llena arrugas, hasta que examinaron las sortijas que llevaba
supieron que era Dorian Gray que al fin había liberado su alma del
infierno donde la había depositado con el solo fin de conservar la belleza física.
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