Ya en el coche Dorian miraba la silenciosa vergüenza de la ciudad
repitiendo interiormente las palabras que le dijo Lord Henry el día que se
conocieron, “Curar el alma por medio de los sentidos, y los sentidos por medio
del alma”. Su alma en verdad estaba mortalmente enferma, había derramado sangre
inocente, pero aunque el perdón fuera imposible, posible era aún el olvido y él
estaba decidido a olvidar.
Dorian se estremeció y rápidamente se dirigió al muelle, al cabo
de unos minutos llegó a una casita miserable, entró sin decir una palabra, unos
niños jugaban con unos dados de hueso, dos mujeres mofándose de un viejo que se
restregaba su trasero con una expresión de asco, Dorian miró aterrorizado y
empezó a llorar. Él estaba preso en sus pensamientos y de sus culpas,
parecía ver los ojos de Basil mirándolo, necesitaba escapar de sí mismo y se
fue al muelle, allí tomo brandy con Adriano y arrojando dinero pidió a las
mujeres que no lo molestaran, al dirigirse a la puerta una horrible risa brotó
de la mujer que había cogido el dinero y gritó:
- ¡Ahí va el que hizo el pacto con el diablo!
-¡Maldita! respondió él,
Le gusta mejor que le digan “PríncipeAzul”, Dorian apresuraba el paso
para salir de allí, pero fue empujado mientras una mano le apretaba la garganta
con esfuerzo, soltándose vio a un hombre fornido y enojado era Jim Vane
-¿qué le he hecho yo?, preguntó, Dorian
-destrozó la vida de Sibyl Vane hace dieciocho años, ella era mi
hermana,
Pero Dorian le dijo que lo llevara a la luz y se iba a dar cuenta de que
era imposible que él hubiera conocido a su hermana, al fin lo llevó a la
luz y Jim Vane se dio cuenta que era muy joven para que hubiese conocido a Sibyl,
le pide una disculpa y lo dejó ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario